martes, 2 de agosto de 2011

El K-zador


Abdón Cifuentes #130, Santiago
Ya sé que comprar una promo de vino blanco con kem piña en el Ekono y tomársela acompañado de unos sopaipletos en la plaza Manuel Rodríguez se ha convertido en un clásico con alguna historia. Pero queridos amigos, el sucucho que le presento a continuación sí que tiene historia, y de la buena.

En Abdón Cifuentes #130 se erige El K-zador, un pub de aspecto común por fuera, pero tapizado de una interesante decoración pictórica por dentro. Las paredes muestran más de 30 cuadros que incluyen a los reyes católicos, la conquista de américa, la época colonial y unos pocos (bien piantes) de la época republicana chilena (destaca un Carrera con acrondroplasia y banda presidencial). Si usted, querido lector, no ha estudiado arte o estética, encontrará en ellos buena distracción visual cuando: a) su acompañante(s) dejen mucho que desear o b) cuando no alcance a otear plenamente la tela en que se proyectan los partidos más relevantes del campeonato nacional.

También tiene una vieja campana que exhibe las abolladuras de años de ser tañida por el borrachín de turno y una notable fuente de agua, hoy inhabilitada y que ya sólo sirve para hacer tropezar al parroquiano novato en el local. Tiene un wurlitzer (a dos gambas) orientado al metalero y al nostálgico del rock ochentero en español. Si estás de suerte, el barman-cajero lo libera, regalando temas y haciendo felices a quienes prefieren invertir todo su capital (K) en alcohol.

Con respecto a los ambientes, destacan 3 cuartos misteriosos, pobremente sellados con malla-kiwi, que permiten atisbar muebles empolvados, altos espejos y una vieja pianola que recuerda tiempos mejores (no muy lejanos en todo caso, pues las sillas y mesas siguen montadas esperando el verano). Quizás lo peor sean los baños, no necesariamente el de hombres, que no es peor que el standard de el de un pub de precio económico (nuestros favoritos), sino el de mujeres, cuya última caseta ofrece una perspectiva (seguramente terrorífica para la usuaria) de lo que allí ocurre a algunas mesas (dudosamente privilegiadas si usted goza de una sexualidad sana o privilegiadas si es usted un fan del upskirt, lo dejo a gusto del voyeur).

Con respecto a lo importante, el local esta íntegramente auspiciado por cervecerías chile, por lo tanto sólo se expende Brahma ($1000/1300), Becker ($1300/1400) o Stella ($2000/2200) [el precio cambia después de las 16:00 Hrs]. Si compras tres unidades de cualquiera, te regalan una (nada generosa) porción de maní, aunque el local ofrece una cortesía de cabritas renovables (antes ofrecían unas legendarias papas fritas añejas con ají). El pitcher está a dos lucrecias y si se quiere apresurar los procesos, el shot de tequila a luquita es la mejor opción.

Si hasta aquí nada del K-zador sale de la norma, el ítem cocina se lleva todas las estrellas. Con italianos a 500, ases a 600, barros luco a 700, la porción de papas fritas o 12 empanaditas a 1200 y pizzas familiares a 2000 y una recomendable chorrillana para tres a 3000, este clásico del barrio república debería satisfacer largamente a aquellos que les gusta acompañar de mastique su beber.
Antigua casa de remolienda o apacible casa patronal venida a menos, el K-azador merece reconocimiento. Si no ha ido, vaya. Si ya lo conoce, de seguro ha vuelto.

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